lunes, 7 de enero de 2019

Jesús fue un niño pobre y refugiado

Pauper et humilis ... Como lo reza el Himno Panis Angelicum , pobre y humilde.

Jesús, María y José: la Sagrada Familia fueron unos Refugiados

Si vemos las circunstancias no sólo literarias (como está en la Sagrada Escritura), sino también históricas, descritas en el Evangelio de Mateo, podemos afirmar sin Miramientos, que Jesús era un niño Pobre y además,  fue un refugiado.

Éste es un dato, que nos coloca en una realidad no tan diferente de la que ocurre hoy mismo,  y casi por las mismas razones, o hay guerra o hay regímenes políticos de persecución y dictadura.

Por decir un caso, sólo en Siria de los 4,8 millones de niños censados en edad escolar, 2,2 están sin acceso a la educación en ese país. Y los que salen de Siria, enfrentan un panorama peor, porque su pobreza e inestabilidad por ser desplazados y refugiados merman la posibilidad de que se escolaricen alguna vez.

Por nombrar otro caso, en el sur de Sudán,  hay más de un millón de niños y niñas que no han conocido una realidad distinta a la del desplazamiento y los campos para refugiados. 

Leemos en el Evangelio:

Después que partieron los magos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a María , y se fue a Egipto”. Mateo 2,13-14

Sólo imaginémoslo: una mujer recién dada a luz, un bebé de sólo días de nacido, huyendo de la guardia judía que ya estaba por matar a tantos niños por las paranoias de Herodes,  y llegarse hasta un país extranjero donde en otrora había sido esclavo su pueblo.

Dejaron todo, todo, hasta lo poquito que tenían y salieron de emergencia para salvar la vida de Jesús.  Y pensaría María,  —¿volveremos algún día? 

Y el viaje, y el hambre por pasar, el cansancio por enfrentar, los peligros por delante.... Los refugiados huyen por salvar sus vidas.

Papa Francisco en 2014, afirmaba que millones de familias refugiadas viven en muchos países y vivencian dramáticas heridas que difícilmente podrán ser curadas. Y pidió a los católicos que estemos cerca de ellos compartiendo sus miedos e incertidumbres por el futuro y aliviando sus sufrimientos. Los refugiados no son Peones en el tablero de la humanidad; se trata de niños, mujeres y hombres que abandonaron sus hogares por razones límite,  y comparten el deseo legítimo de conocer, tener, pero sobre todo de ser algo más que un pobre en situación de refugio.

Pensemos que los refugiados se exponen a violencia, explotación,  marginación, discriminación, y planteamientos restrictivos de las libertades fundamentales, sumado a la pobreza extrema que enfrentan, al hambre que pasan, a las noches Frías que martirizan sus cuerpos. 

Pobre Jesús,  pobre María,  pobre José : la Sagrada Familia de Nazareth, sufrió profundamente. 

La sagrada Familia vivió la misma historia de miedo e incertidumbres que miles de refugiados experimentan en la actualidad. María y José atravesaron 140 kilómetros de Nazareth a Egipto, atravesando desiertos, llanuras, ríos, claros plagados de asesinos, secuestradores y contrabandistas, y en ningún pueblo son bienvenidos por ser extranjeros.

¿Cómo debe iluminar esta realidad tan poco discutida la vida de los cristianos?

La huida de la Sagrada Familia y ese convertirse en pobres y refugiados nos reclama a no permanecer insensibles frente a este drama que hoy enfrentan familias en Siria, en Honduras, Venezuela , y otros tantos países de nuestro planeta en la actualidad, miles de migrantes de nuestro tiempo, entre los cuales hay tantos niños que tiene derecho a la vida, a a Educación y al crecimiento al lado de toda su familia.

No dudo de cuán útil debe haber sido para María y José el Oro que les dejaron los Reyes magos, porque eso ayudaría a palear tanta necesidad en ese tiempo tan oscuro y desconocido por nosotros que significó el refugiarse en Egipto. Pero veamos que la ayuda y la asistencia a cada uno de los hermanos refugiados que recibimos en nuestras patrias, no por gusto de ellos, sino por necesidad de salvarse o buscar rumbos más alentadores para su desarrollo humano, se hace necesaria en el corazón que Dios ha tocado.

Es una obra de Misericordia acoger al peregrino, y consolarle con esperanza... La ayuda y la asistencia a ellos es pues un mandato divino. 

El Salvador que nació y se refugió al cobijo de una nación extranjera,  nos llama a acoger este mensaje de Salvación para los hombres. Los hechos desilusionan la esperanza dado que grandes masas de seres humanos, ante la amenaza de la aniquilación están obligados a huir, como la sagrada Familia lo hizo, hasta quedarse sin familia, sin hogar,  sin nada, por huir del odio y el delirio de poder de un dictador. 

La tierra y el mar beben la sangre inocente de muchos niños refugiados que han dejado la vida en los desplazamientos. La Sagrada Familia y el Divino Niño que recién ha nacido, y fue llevado a Egipto es el Real espejo de los prófugos de hoy, de los perseguidos, de los marginados,  por los Herodes de hoy. Jesús se hizo débil con los débiles (1ra Cor. 9,22) similarmente a los que están privados de sus derechos fundamentales, a los humillados, a los que tienen en peligro su existencia.

La asistencia y ayuda hacia los perseguidos y a los que huyen, se exilan, o son deportados,  independientemente de su raza, estirpe o religión,  son para Jesús,  dones más preciosos que los que recibió de los Magos de Oriente en su tiempo, tesoros más dignos que Oro, incienso y Mirra (Mt. 2,11) , un don espiritual inalienable que hará sentir bien a un ser humano, que es imagen de Dios en la tierra, porque cuando habéis hecho esto, con alguno de mis pequeños,  conmigo lo habéis hecho, dice el Señor. 

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