IESOUS JEHOSHUA = YHVH Salva
san Bernardino de Siena y sus seguidores hicieron del culto al Santo Nombre de Jesús en el Siglo IV, pero no fue hasta 1530 en que el Papa Clemente VII instituyó el oficio Litúrgico de ésta devoción proveniente de la Orden Franciscana.
Allí se recuerda el monograma Eucarístico JHS, Jesús Salvador de los Hombres. Iesu Hominum Salvatorem.
La Compañía de Jesús fundada por Ignacio (Íñigo) de Loyola convertirían este emblema en el Logo de los Jesuítas hasta nuestros días.
El santo nombre de Jesús es consuelo para quien lo invoca, pasando a ser entonces: el dulce nombre de Jesús, nombre poderosos que nos protege de las acechanzas del mal, y nos recuerdan que Jesús es el Cordero de Dios que quita el Pecado del Mundo... Dichosos los llamados a participar en su comida de Salvación, la sagrada Eucaristía.
Ese nombre trae consigo una promesa, que podemos ver en Jn. 16,23: «lo que pidan al Padre, Él se los dará en mi nombre».
Por eso, en la Liturgia, al hablarle a Dios padre, y pedirle humildemente, se concluye diciendo: «Por Jesucristo, nuestro Señor», y San Pablo, en la epístola a los filipenses concluye: «para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en los abismos». Fil. 2,10.
¡Qué Dulce es el nombre de Jesús!
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